
Después de unos días en La Habana, tiramos para Trinidad. Un viaje en el que un soldadito nos hizo el lío por necesitar asesoramiento para coger la autopista, y que nos pidió plata a cambio al final. Dimos un mínimo paseo por Cienfuegos, que tenía una muy linda plaza, y un local con un polo del Real Betis Balompie. Todo ello conduciendo por una más que digna carretera, reduciendo velocidad en cada control. Llegamos a Trinidad, pequeña ciudad con un lindo aspecto de pueblo, y que se prestaba al paseo tranquilo para acabar en la Plaza Mayor, tocaban música en directo, y servían mojitos a todos los visitantes que a la noche echaban el rato viendo a los bailarines extranjeros y locales desde las escaleras de la plaza. Echamos una muy buena fiesta en la que conseguí, más o menos, asentar mis básicos pasos salseros con una cubanita hippie. La mejor fiesta del viaje.





De allí fuimos a Varadero. Complejo turístico que no nos acabo de convencer, pero que a base de optimismo y largas conversaciones familiares, conseguimos disfrutar. Juergecita en el hotel, que estaba lleno de argentinos sobre todo, y mu bueno paseos playeros con musikiki, a destacar uno con Lágrimas Negras de Bebo Valdés y El Cigala.
Luego a La Habana otros 2 días más, ya habiendo despedido a mi familia, quedándome con mis amigos, y más paseos, mojitos, libros en la Plaza de Armas, visita al Jazz Café (ENORME!), botellón en el Malecón, y mucho disfrute de mis chavales también.

1 comentario:
muito belas fotografias, parabens
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